jueves, febrero 22, 2007

 

El quinto viaje


La costa de Málaga está repleta de pequeñas poblaciones que al calor del sol y del mar (y de la masiva urbanización que recorre el país de Norte a Sur) han crecido hasta convertirse en pequeños paraísos. Sitios tranquilos el resto del año, algo alocados en verano, en los que pasear con el sol de la pre-primavera y la brisa del mar junto con la persona que quieres no tiene precio.

Esto no ha pasado inadvertido para los europeos (ingleses sobretodo) que desde hace ya unos años vienen en masa, algunos para quedarse definitivamente, huyendo supongo del frío y la lluvia londinenses. No es mala idea. De hecho muchos ni tan siquiera saben hablar español. No lo necesitan. Montan un negocio, compran una casa y se quedan en la costa de sol.

Y qué envidia la verdad; porque después de unos días allí Madrid la verdad ya me apesta. Nunca antes me había sentido tan extraño en mi propia ciudad, quizás sea porque nunca antes había estado tan enamorado. Y cualquier cosa aquí sin esa persona, sabe a poco.

Fueron unos días maravillosos y que como suele suceder, pasaron demasiado rápido. Cuando te quieres dar cuenta, estás en un avión de vuelta con mil problemas esperándote. En fin, ya estamos aquí, pero algún día no volveremos.

Comentarios:
¡que gozada la foto del mar! ¡que ganas de que llegue el veranito!
 
Madrid siempre deprime cuando vuelves de Andalucía. Hay menos luz, tienes que readaptar tus ojos a la sombra de los obstáculos; el tiempo pasa más rápido y te come como te quedes parado; hay menos horizontes; y si encima te falta ese alguien... para qué seguir.
 
Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]





<< Inicio

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]