lunes, octubre 02, 2006
Contemplando el horizonte (II)

A veces uno desearía tener un manual sobre cómo hacer las cosas, sobre lo que pasaría si las hicieses de un modo o de otro. Una especie de libro mágico que te evitase sufrimientos y te ayudase a escoger siempre la opción correcta. Y es que el horizonte a veces parece tan confuso que es difícil que la duda no asalte.
Si la vida es un conjunto de casualidades que dan lugar a sucesos, hechos y sentimientos, ¿quién controla esas casualidades? Me cuesta creer en la idea de un ser superior que dirija nuestras vidas pero también me resisto a la idea de que todo es una probabilidad matemática. Nacemos, crecemos, desarrollamos una vida y un entorno. Nadie nos puede garantizar que lo que tenemos nos dure; y no siempre nos gusta: a veces queremos lo que no podemos tener, o lo que tiene otro.
El futuro es una ecuación tan complicada que parece irresoluble. Hace un año no imaginaba las cosas que me sucederían hasta hoy; algunas buenas, otras malas, pero si las conociese de antemano, si supiese qué errores iba a cometer, ¿podría evitarlos? Es la clásica idea de que las cosas suceden porque deben suceder, simplemente. Pero eso nos lleva a que alguien ha decidido que deban suceder.
¿Y por qué deben suceder? Con lo bueno no hay duda; creo que a priori todos tenemos derecho a ser felices. Con lo malo es otra cosa. ¿Por qué debía ocurrir? ¿Se hubiese podido evitar? ¿Hasta qué punto las cosas nos pasan o hacemos que nos pasen? Un instante puede cambiar tantas cosas, unos cuantos segundos que llevan a toda una serie de acontecimientos. Y que le deba todo a aquel domingo por la tarde.
Somos lo que hemos vivido, eso es cierto; el libro magico, pues supongo que por el mero hecho de tener la respuesta, la eleccion que debemos tomar, escogeriamos lo contario
Gracias por dedicarme unos minutos, un saludo!
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