miércoles, septiembre 20, 2006
Tierra trágame
Como cualquier persona, supongo, he vivido situaciones en las que te gustaría desaparecer como por arte de magia, o teniendo en cuenta que es más bien difícil, que se produjese algo que desviase la atención a otra parte. Son situaciones embarazosas en las que uno se siente ridículo. Antes reaccionaba bastante mal y me ponía de muy mala hostia o me deprimía; ahora trato de tomármelo con filosofía.
Una en la que pasé mucha vergüenza fue en clase; el profesor nos comentó que podíamos realizar los ejercicios usando un software y enviarle las soluciones por correo electrónico. Me gustaba aquella asignatura y me pasé toda la tarde currando delante del ordenador, para luego hacer un clic al botón “enviar”. Lo que no sabía es que le había enviado algo más. Al día siguiente en clase comentó que ya había recibido el emilio… pero que estaba cargado de virus. La carcajada de la clase (unas 50 personas) fue digna de un monólogo de Quique San Francisco, y mi expresión facial digna de una foto. Madre mía qué mal lo pasé; me puse de color rojo vino. Supongo que mi ordenador, demasiado antiguo, estaba plagado de virus peor yo no lo sabía. Es irónico porque al acabar el curso, saqué un sobresaliente en la asignatura.
Otra cosa que suele dar corte es cuando pillas a alguna pareja in fraganti; una fiesta en una casa que no conoces, buscando el baño, entras en una habitación y zas! Aquella noche no encendí la luz de la habitación, pero los gemidos delataban la escena. Por suerte la pareja estaba demasiado ocupada…. También me ocurrió en mi casa y me valió una bronca con mi hermano; joder podía haber avisado de que iba a venir su novia. Menos mal que ésta se puso para bloquear la puerta que si no…..
Bailar es divertido, pero ten cuidado de donde lo haces; si estás en una panadería y tienen puesta la radio con uno de tus temas favoritos sonando, cuidado con soltarte demasiado. No sea que te pongas a bailar en medio del establecimiento a lo Travolta y cuando reconectas con la realidad veas las caras, unas de asombro y otras riendo de la gente.
El alcohol suele propiciar estas situaciones; en el momento te da igual pero al día siguiente cuando las neuronas vuelven a ajustarse los recuerdos llegan y la mano va a la frente. Y es que me he declarado un montón de veces en estado etílico, algo no recomendable. El suero de la verdad. Sólo los borrachos y los niños dicen la verdad.
En fin, supongo que la vida tiene estas situaciones y cada uno reaccionamos de una forma. A algunas personas no les afecta mucho, apenas tienen sentido del ridículo o la vergüenza y supongo que puede ser tanto un virtud como un defecto. Virtud porque son muy naturales y no les importa lo que los demás piensen. Defecto porque hay que saber comportarse en ciertas situaciones y saber que algunas acciones pueden herir a la gente. Mejor no tenerlo, creo yo a tenerlo.
A mí eso me pasaba en las primeras borracheras, luego aprendí a contenerme porque todo lo que dijeras, además de ser mentira, era ridículo desde un punto de vista sobrio, y nunca me he declarado ebrio... y sobrio casi que tampoco.
O otra que vino a clase con el pelo muy sucio y yo creyendo que se había echado gomina... y claro se lo dije y todo - Que guapa te has hechado gomina?- contestación - No
Decirle a una amiga en la cola del supermercado
- Mira la pegy está en la puerta- (era una del barrio que llamaban así, que culpa tengo yo)
y darse la vuelta la señora de delante y decirnos la que esta en la puerta se llama ------ y es mi hija...
En fin cienes y cienes de meteduras de pata que arreglo poniendome roja como un tomate...
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