domingo, agosto 06, 2006

 

Cap. 3 El encuentro


Menudo caos de ciudad; no me parecía muy diferente a Madrid; obras por todas partes, calles cortadas y de difícil acceso. Di varias vueltas hasta que logré encontrar la calle y cuando por fin lo hice no había sitio donde dejar el coche; otra vez a dar vueltas. Mira que me gusta conducir, pero en cuidad no; por fin encontré un hueco y me dirigí apresuradamente al hotel para preguntar dónde estaba el parking en el cual mi coche descansaría. Sabía que me saldría caro pero la idea de que me robasen el coche me resultaba más desagradable.

El operario del parking me confirmó que el atraco saldría por unos quince euros diarios. Tras darle las llaves de mi coche, lo aparcó en un santiamén, casi derrapando, lo cual hizo que tensara la mandíbula. Me dirigí hacia el hotel cargando con la pesada maleta (siempre llevo más ropa de la que me voy a poner, por si acaso) y esquivando los baches que las obras habían dejado. Tras llegar al hotel y presentar la documentación me dieron la 502.

La habitación era más grande de lo que pensaba; había pillado una doble pues me salía casi por el mismo precio que una sencilla. Elegante y con una pequeña terraza. Tele, minibar, un armario grande y un baño con hidromasaje (el cual visitaría en numerosas ocasiones). Salí a la terraza a contemplar el paisaje que ofrecía la ciudad, dividida en dos por un río cuyo cauce moría para nacer de nuevo a una distancia de unos cien metros, para luego desaparecer en la inmensidad del mar. Encendí un pitillo y realicé una llamada de teléfono.

Ya había llegado a mi destino y me invadía una extraña sensación; una mezcla de nerviosismo y preocupación. ¿Había hecho bien? No importaba demasiado porque ya no había marcha atrás. Deshice el equipaje y me refresqué un poco pues empezaba a notar el calor sureño. Estaba a punto de darme una ducha cuando sonó el teléfono; me puse aún más nervioso y tras coger mis cosas, me dirigí al ascensor. Y al llegar a la planta baja las puertas se abrieron.


Comentarios:
Sí que duele dejarle las llaves del coche a un desconocido, por suerte normalmente esos desconocidos que trabajan en garajes manejan los coches de maravilla.

¡Que intriga! Como nos haces esto, con lo cotilla que soyyyy
 
Parece una historia de detectives.
[voz de narrador con acento tex-mex] ¿qué nuevo misterio se encontrará nuestro protagonista tras las puertas del ascensor?...
 
¡¡¡Qué intriga, que dolor de barriga!!! Vamos Javi,actualiza ya!!! Y, sobre todo, dusfruta del momento!!!
 
Jajajaja creedme el que más estoy intrigado soy yo
 
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