sábado, marzo 11, 2006

 

Puzzles



No sé qué edad tenía cuando por mi cumpleaños me regalaron un puzzle de unas tres mil piezas; la imagen era de un paisaje marítimo, sin duda precioso en la caja, pero cuando leí la cantidad de piezas que había que encajar para obtenerla, me echó para atrás. Así que el regalo quedó confinado en un armario hasta que tiempo después en una lluviosa tarde de otoño y presa del aburrimiento, me lancé a la aventura. Todo un reto. Lo primero fue seleccionar las piezas fáciles, las que formaban la imagen de un barco; después las del cielo, luego las del mar. Pero a cada minuto que pasaba me sentía más cansado y ya empezaba a ver piezas por todas partes. Finalmente desistí y preso de una mezcla de impaciencia y frustración lo volví a meter en la caja. Y ahí se quedó.

Demasiadas piezas; ese fue el problema. No quiero ni pensar cómo serán los de diez mil (que los hay). Uno más pequeño puede tener su gracia, pero este... en fin, que definitivamente los puzzles no son lo mío. Siempre encuentro alguna pieza que no encaja; o se me pierde alguna y adiós. Qué similitud tan curiosa con la propia vida que vivimos. ¿Cuál es la imagen que obtenemos al completar el puzzle de nuestras vidas? Simplemente nosotros; pero las piezas que la forman conllevan algo más que trozos de nuestro rostro y nuestro cuerpo; nuestra vida, nuestros recuerdos, emociones, sentimientos, esperanzas, ilusiones, sueños, temores, deseos, éxitos, fracasos, sinsabores, alegrías, penas, conocimientos, habilidades, capacidades, defectos, virtudes, todo esto que encaja en una mirada con nombre y apellidos.

Algunas veces tengo la sensación de que hay muchas piezas que no encajan en mi vida y que por mucho que lo intento, no las uno. No sé si es porque no están o porque todavía no las he encontrado; otras veces (cuando estoy de bajón) pienso incluso que yo soy la pieza que no logra encajar ni a la fuerza. Supongo que no es así; pero lo mismo da pues cuando percibes las cosas de una forma, la objetividad desaparece. Todo es un punto de vista y no existen las verdades absolutas (las mentiras absolutas sí).

¿Por qué a veces nos gusta tanto complicarnos la vida? Alguien me dijo una vez que la vida es sencilla y somos nosotros los que la llenamos de problemas. De otra forma, que vamos añadiendo cada vez más y más piezas y algunas no encajan y hay que cambiarlas por otras. El puzzle puede resultar demasiado grande; por eso hay que tener cuidado. Complicarlo demasiado quizás nos frustre; simplificarlo en exceso hace que pierda la gracia….. pues eso, un equilibrio. Y paciencia.


Comentarios:
Pues donde estén los puzles de cuatro piezas para preescolares que se quiten los de 5.000 piezas no te parece
 
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