domingo, febrero 05, 2006

 

El sonido del silencio


El ruido no es más que la propagación de una vibración, transmitida a través de un medio que suele ser el aire. Esa vibración posee una frecuencia o un conjunto de frecuencias que llega a nuestros oídos para ser convertida en impulsos eléctricos por un complejo sistema de órganos para luego ser interpretada por nuestro cerebro. Por supuesto todo esto ocurre en milisegundos, tanto la propagación como la captación del sonido; a partir de ahí se desarrolla un mecanismo para interpretar esos sonidos, comprenderlos y asimilaros. Lo que se conoce como el sentido del oído. Debe ser horrible no poder usarlo; me refiero a las personas sordas (y sordomudas). Hay tantos sonidos bellos que merecen la pena escuchar: el romper de las olas en la orilla del mar, las palabras te quiero de la persona que quieres o simplemente el sonido de tu propia voz (que aunque no podamos oírlo como realmente suena, al menos lo percibimos).

Es difícil que exista una ausencia total de sonidos, o dicho de otro modo, el silencio; normalmente de noche, cuando estamos en brazos de Morfeo, o cuando nos quedamos a solas con nuestros pensamientos. Son incómodos a veces, cuando hablando con alguien no sabemos qué decir (y él o ella tampoco). Pero también son agradables, porque también a veces un silencio lo dice todo. Momentos de pensar, de sentir, de recordar. De escucharnos a nosotros mismos, de mantener una conversación con nuestro yo. En este mundo tan ajetreado, lleno de sonidos desagradables y estresantes, el silencio se encarga de relajarnos, de liberarnos de tensiones y malos rollos. Pero hay que saber escuchar al silencio para que eso pueda suceder. Porque demasiado silencio tampoco es bueno; es señal de soledad, de vacío y de tristeza. Por eso muchas veces huimos de él, tenemos miedo de que envuelva completamente nuestra vida.

Ahora mismo, salvo el sonido que desprende el ventilador de la Cpu, el silencio es total (suele suceder por las noches); de vez en cuando percibo el ruido de los motores de un avión (estoy muy cerca del aeropuerto). Estoy a solas conmigo mismo; estoy escuchando al silencio, lo que intenta decirme. Me está ayudando bastante a escribir sobre él mismo, me ayuda a mirar al mismo tiempo al pasado, al presente y al futuro. Y me está diciendo que la etapa de transición ha finalizado por fin; hora de mirar al futuro, de proponerse nuevos retos y de resolver esos problemas que habían quedado pendientes. La niebla se ha disipado y ahora veo luz, a lo lejos, pero la veo. Hay que andar el camino para llegar a ella. Y el silencio estará allí, cuando sea necesario, para ayudar.

Comentarios:
Delicioso silencio, en Madrid capital es muy difícil encontrarlo. Yo estoy cerca de una salida de la M-30, y aunque sea de madrugada, el sonido deslizante de los coches pasando es casi constante. Si no aceleran el sonido es suave; si maniobran o arrancan es más desagradable, el ruido del motor "BRRR"-"MRRR"-"PIII". Y en la distancia se oye de todo, siempre hay actividad y vibraciones. El silencio no existe aquí.
 
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