martes, enero 17, 2006

 

En brazos de Morfeo


En la mitología griega Morpheus, hijo de Hypnos, era el dios de los sueños, y el encargado de inducir a ellos a las personas. Vivía en un palacio construido en el interior de una cueva, por lo que nunca nada ni nadie alteró su tranquilidad. Morfeo es el creador de los sueños, estos son sus hijos y cuentan los antiguos poetas que por una puerta hecha de asta salían los sueños verdaderos y sanadores y por otra puerta construida en marfil las pesadillas y falsos sueños. Los artistas griegos le representaban como un joven con un par de alas en las sienes y que en ocasiones portaba un cuerno mágico, una varita o una flor de adormidera con la que tocaba la frente de los hombres para dormirlos. Los médicos griegos rindieron culto a Morfeo especialmente en los santuarios de los grandes oráculos y en los templos de Esculapio, dios de la medicina, y donde era invocado por medio de complejos rituales donde se empleaban baños, ayunos, quema de inciensos, música y cantos que inducían al sueño.

Incluso antes de nacer, en el vientre materno, ya soñamos y lo haremos durante gran parte de nuestra vida. Soñar es la representación mental de imágenes, sonidos, pensamientos o sensaciones durante el sueño, generalmente de forma involuntaria. El acto de soñar se produce durante una fase del sueño llamada fase REM (Movimiento Rápido de los Ojos, por sus siglas en inglés Rapid Eye Movement) que tiene lugar en el último tramo del ciclo del sueño. Se han escrito muchos libros sobre los sueños, sobre qué son, por qué existen y qué significan. Hay todo tipo de teorías, pero ninguna ha logrado imponerse. Se supone que dormimos para descansar el cuerpo y soñamos para descansar la mente. ¿Con qué soñamos? Normalmente con nuestros deseos, porque no hay límites. Aquello que el corazón desea se lo trasmite a la mente y ella se encarga del resto. También a veces con nuestros temores. ¿Quién no se ha despertado alguna vez en mitad de la noche, asustado porque ha tenido una pesadilla? Cuando somos pequeños con monstruos, vampiros, hombre lobo, etc. Cuando somos adultos nos afectan más otro tipo de miedos, como la muerte, la enfermedad, perder a un ser querido, etc. No son nada agradables, ni para niños ni para adultos.

Lo curioso es que aunque siempre soñamos, pocas veces logramos recordar lo que hemos soñado. Las pesadillas sí suelen recordarse, por lo intensas que son, pero los sueños “normales” (ningún sueño lo es la verdad) permanecen ocultos, salvo excepciones claro está. Algunos son tan agradables que al despertar te llevas un chasco; bienvenido a la realidad. Supongo que la mente nos da esos particulares regalos, que aunque no existan, siguen siendo reales a su modo. Y es que el cerebro sigue trabajando mientras dormimos, creando mundos, sensaciones, ilusiones. Mis sueños en particular (los que logro recordar) son bastante extraños (quizás por estos momentos extraños). Es otra característica importante; parecen carecer de sentido, las estructuras son absurdas. ¿Por qué? Pues nadie lo sabe, y quizás no se sepa nunca. El sentido a veces está escondido y a veces no existe. Misteriosos son. Y así seguiremos cada noche en brazos de Morfeo, a su merced, esperando que nos regale momentos agradables. Pero los sueños, mejor compartirlos. Mientras tanto, dulces sueños.



Comentarios:
Queria comentar esta entrada en especial porque me llega de muy cerca el mundo de los sueños. Siempre me he dejado llevar por la magia de la mitologia y la historia de las estrellas.Gracias por tu visita. Un saludo
 
Gracias a ti por tomarte la molestia de leerlo. Un saludo
 
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