martes, enero 10, 2006

 

Días extraños


Los primeros días de este nuevo año que ha comenzado me resultan algo extraños, como si nada encajase, como si la balanza hubiese cambiado demasiado deprisa. Y eso que mi vida no ha cambiado radicalmente. La verdad es que 2005 no fue un mal año. Estuvo lleno de dificultades y momentos oscuros, pero mejoró con el paso del tiempo, hasta un apoteósico final. Sí, es posible que fuese eso lo que me ha dejado descolocado. Diciembre fue uno de los meses más intensos de toda mi vida, al menos en lo que mi memoria me permite recordar. Intenso no el sentido de haberlo pasado haciendo cosas todo el rato, sino por las emociones vividas. Empezó bastante bien, con mi cumpleaños, el viaje a Bruselas con mi buen amigo Aitor, el cierre de una etapa complicada…. Poco después ocurrió algo maravilloso. Algo que no me ocurría desde hace ya bastante tiempo. Algo que me hizo sentir muy feliz, y al mismo tiempo asustado. Algo que ni yo mismo esperaba, aunque lo desease. Y los momentos vividos fueron maravillosos. El tiempo se detenía cuando las miradas se cruzaban, cuando los sentidos se disparaban. Así es el destino, te reserva sorpresas agradables. Pero también desagradables. Y lo que parecía un comienzo maravilloso se tornó complicado y doloroso. Cada vez más doloroso. Las dudas aparecían una detrás de otra y la oscuridad empezaba a cubrir aquel camino que días atrás se había abierto.

Y yo, que me gusta pensar (demasiado a veces) venga a darle vueltas. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué? Esto no puede estar pasando. Muchos sueños extraños e intensos, señal de que la cabeza (y el corazón) no para de trabajar, intentan liberarse, pero al mismo tiempo se complican más. La ansiedad y la angustia aumentan hasta consternar la mirada y afligir el corazón. El miedo a que me echase de su vida con la misma rapidez con la que había entrado. Los momentos desaparecieron y dejaron paso a otros para nada maravillosos. El tiempo se ralentiza y cada minuto parece durar una hora. Los días se suceden uno tras otro y los sueños ya son pesadillas. Ya no estás a gusto viendo aquel programa de la tele que te entretiene, ni escuchando la radio, ni haciendo todas esas cosas que componían un día normal. No, es como si todo cambiase.

Después de la tormenta vino la calma, pero una calma aparente. La pesadumbre continuaba, aunque ya no tan profunda. Lo que quedaba era un cierto desgaste emocional, la sensación de que se acercaba una etapa de transición, un cambio. ¿A dónde? Ni idea la verdad. Todavía me quedaba algo de lo que nos dejó Pandora a todos. Y por delante, observando el calendario, veía fechas complicadas. Así pues el año ni empezó bien ni terminó bien. Tragué las uvas algo desmoralizado porque, aparte de tener que currar ese fin de semana, el vacío intentaba apoderarse de mí. Casi lo consigue la verdad. Y ahora, al menos, Jano me acompaña. Y me llevará a muchos sitios. Solo o con buena compañía, haremos muchos kilómetros juntos. Así pues, un nuevo año ha comenzado, y aunque los primeros días sean extraños y la incertidumbre haya vuelto a escena en esta etapa de cambio, la niebla se disipará y dejará paso a nuevas esperanzas. El año no ha comenzado bien y tampoco sé cómo terminará. Espero tener salud (y mis seres queridos también), para poder contar en esta página, dentro de 12 meses, que el año ha terminado bien (o mal).

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