domingo, enero 29, 2006

 

A contracorriente


El período de rotación que la Tierra realiza sobre su eje hace que cada 24 horas volvamos al mismo lugar y a la misma hora y que aparezca el concepto de día. Veinticuatro horas, mil cuatrocientos cuarenta minutos y ochenta y seis mil cuatrocientos segundos. Normalmente se le llama día a la franja de esas veinticuatro horas durante la cual el sol nos ilumina. Ello cambia en invierno, pues anochece antes y amanece más tarde, por tanto hay menos horas de sol. Pero no ricemos el rizo. Sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de noche y día. De noche solemos dormir (la cita con Morfeo) y de día trabajar, estudiar, o lo que te apetezca. La mayoría de las personas funcionan así. La mayoría.

Yo coexisto entre los dos mundos. A veces me toca trabajar de noche y dormir de día, y debo reconocer que no me gusta. Antes era peor, ya que no me acompañaba Jano y por tanto dependía del transporte público. Debía salir de casa antes y volvía más tarde. Cogía el metro por las mañanas en hora punta, con cara cansada, igual que muchos miles de ciudadanos. Pero ellos iniciaban su jornada laboral y yo me dirigía a casa a dormir. El metro en hora punta es agobiante; es difícil encontrar un asiento y a veces incluso es difícil meterse en un vagón. Luego esperar el bus y que no haya mucho tráfico. Llegaba sobre las nueve, desayunaba algo y me deslizaba entre las sábanas esperando caer dormido cuanto antes (lo cual a veces no era nada fácil). Despertaba sobre las cuatro, con dolor de cabeza y me tomaba un café. Ahora con coche he ganado calidad de vida ya que tengo más tiempo para mí. Sin embargo la sensación de vivir a contracorriente perdura.

Pero no puedo quejarme, pues trabajo poco; de momento no puedo aspirar a más, hasta que acabe la carrera, lo cual debería suceder ya este año. No mola trabajar los fines de semana. Tampoco mola trabajar solo. Sobretodo porque cuando te da el bajón te da más fuerte. Enero ha sido un mes complicado, con otra nueva cuesta que subir; de hecho hubo una mañana que me dio un bajón que nunca me había dado antes; una consecuencia de muchos sucesos acontecidos tiempo atrás. Qué sensación tan extraña; los ojos en blanco, todo da vueltas, la piel pálida, un sudor frío que recorre el cuerpo. No fue un buen día la verdad. Y tuvo que ser en mi domingo libre. El día acabó con un encuentro algo inesperado, uno de esos momentos en los que el pasado, el presente y el futuro se encuentran los tres. Momentos de confusión. Momentos de ir a contracorriente.

Se acerca febrero y se presenta un mes más tranquilo; poco trabajo, un dinerillo extra por las horas realizadas y más cambios; más puertas por abrir. De momento ya solté el clavo ardiendo al que me había agarrado con tanta fuerza. Pero olvidar no es tan sencillo y lleva tiempo. Einstein tenia razón: el tiempo es relativo. Y mi madre también: el amor es muy complicado, y no te comas la cabeza por algo que no funciona. No vayas a contracorriente.

Comentarios:
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Pues sí, los seres humanos somos los únicos animales que nos empeñamos (bueno, salvo en casos como el tuyo, en que es por necesidad) en ir a contracorriente, y claro, la naturaleza siempre acaba pasándonos la facrura.

Yo por mi trabajo también tengo que trabajar a veces los fines de semana y algún que otro festivo, pero cuando puedo tomarme por ejemplo un par de días libres entre semana, y salir por ejemplo a dar un paseo a las once de la mañana y tomar el sol y el aire cuando muchas otras personas están encerradas en una oficina me hace sentirme afortunada.

Pero sí, hay que intentar fluir con la vida; nadar a contracorriente es demasiado cansado. ;-) Un saludo

P.D.: Pues si no es molestia lo de pasarme la banda sonora de El bosque por correo electrónico te lo agradecería muchísimo. :-) Mi dirección es ésta: catalina_lorenzo8@yahoo.es
P.D.2: He borrado la entrada anterior porque había intentado poner un enlace a la dirección, pero no sé porque no sale. :-/
 
Quizás el problema no sea el trabajo sino que el tiempo que me queda libre debo emplearlo en estudiar; y a veces cuesta mucho. De hecho apenas he estudiado para febrero. Una mezcla de pereza y de desgana, que caro me va a costar. Pero lod e ir a contracorriente tiene otra implicación, no sólo en el trabajo sino en la vida en general, cuando nos empeñamos en ir en la dirección contraria a la que marcan los hechos y acontecimientos, porque, como esos peces que nacen y pasan su vida nadando a contracorriente (eran truchas? no recuerdo bien) nuestro instinto nos dice que así debemos ir.

La banda sonora te la paso esta noche; es cortita, pero muy intensa. Tiene unos solos de violín impresionantes, ya verás

Un saludo
 
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